Ha sido el descubrimiento de una estela antropomorfa
el que ha llevado a los arqueólogos a vincularlo con una diosa íbera
sobre la fertilidad. Las excavaciones, según ha explicado el director
del CAAI, Arturo Ruiz, han permitido localizar una piedra tallada, muy
bien conservada, que mostraba dos brazos con las manos abiertas sobre el
vientre y restos de un posible cinturón. Se encontraba justo en el
centro de la puerta sur del yacimiento, junto a una pequeña capilla
lateral, un corredor que estuvo activo durante el siglo IV antes de
nuestra era. “Estamos en condiciones de afirmar que la estela
representa, esquemáticamente, a una divinidad, posiblemente femenina y
dedicada a la fertilidad”, subraya Ruiz.
Al mismo tiempo, en la
segunda fase de las excavaciones, se ha documentado la realización de un
ritual de sacrificio de un grupo de 13 cerdos domésticos y tres cabras,
probablemente en el caso de las cerdas de hembras preñadas, enterradas
bajo una cista de piedra, en la que se dispusieron posteriormente dos
mandíbulas también de cerda, que se cubrieron con dos grandes piedras
cúbicas. Podría tratarse de un ritual de fundación ofrecido a la
divinidad representada en la piedra.
Pero los hallazgos de los
arqueólogos también han tenido un componente esotérico. Y es que se ha
constatado que la puerta sur del oppidum de Puente Tablas tiene
una orientación al este, que coincide exactamente con la salida del sol
en los equinoccios, momento en el que llega la luz por la puerta hasta
la imagen de la divinidad. Para contrastar experimentalmente esta
posibilidad, que está siendo asesorada por el doctor Manuel Pérez, de la
Escuela Politécnica de Ávila
(Universidad de Salamanca), el equipo arqueológico del CAAI ha
levantado un dispositivo que recrea las sombras y luces de la puerta,
reproduciéndose en cartón a escala 1:1 la imagen de la estela para
constatar, desde su posición original, la recepción de las primeras
luces de la mañana del sol durante los días en torno al equinoccio de
primavera. “Esto sería indicativo de un rito de celebración a la
divinidad, seguramente de fiesta, asociado a la fertilidad y a la
agricultura”, apunta el profesor Manuel Molinos, subdirector del CAAI.
Los arqueólogos de este centro, con sede en la Universidad de Jaén, han
explicado que este rito se reproduce en diversos puntos del
Mediterráneo, en países como Italia o Grecia, y dentro de la península
en la propia provincia de Jaén, en el santuario ibero de Castellar, así
como en Oriente Próximo, “porque no hay que olvidar la relación
existente con los íberos a través del mundo fenicio”, precisa Ruiz.
Este descubrimiento se complementa con otro reciente de una inscripción en el santuario ibero de las Atalayuelas en Fuerte del Rey, dedicada a una divinidad denominada Betato o Betatus.
“Se puede tratar de una diosa femenina, con ofrendas como la de Puente
Tablas, con el santuario también en la misma fortificación, por lo que
muy posiblemente estemos ante la misma divinidad y empecemos a conocer
el mundo de la religión ibérica, que hasta ahora nos era desconocido
tanto en nombre de dioses, como en ritos dedicados a ellos”, expone
Arturo Ruiz.
Esta segunda fase ha permitido excavar un corredor
monumental construido con mampostería de piedra, enmarcado entre dos
muros, que en algún punto alcanzan los dos metros de altura, y tiene un
recorrido de 15 metros y un ancho de 3,5 metros. En los próximos meses
se acometerá la fase de restauración, con el alzado de las dos torres de
la puerta, que se desarrollará bajo la dirección del arquitecto Pedro
Salmerón Escobar.
Autor: Ginés Donaire
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